Notas de Ivo

Oraciones de la mañana

Oh Jesús mío, por medio del Corazón Inmaculado de María, os ofrezco las oraciones, obras y trabajos del presente día para reparar las ofertas que se os hacen y por las demás intenciones de vuestro Sagrado Corazón.

Por la señal † de la Santa Cruz, de nuestros † enemigos libranos Señor † Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo † y del Espiritu Santo. Amen.

Pongámonos en la presencia de Dios y adorémosle.

Santisima y Augustisima Trinidad, único Dios en tres Personas, creo que estáis aquí presente. Os adoro con los sentimientos de la más profunda humildad y os rindo de todo corazón el homenaje que es debido a vuestra soberana majestad.

Acto de Fe. Dios mio, creo firmemente todas las verdades que habéis revelado y que enseñais por vuestra Iglesia, porque vos no podéis ni engañaros ni engañarnos.

Acto de Esperanza. Dios mio, espero con firme confianza que me daréis, por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, vuestra gracia en este mundo y, si observo vuestros mandamientos, la felicidad eterna en el otro, porque Vos lo habéis prometido y sois fiel a vuestras promesas.

Acto de Caridad. Dios mio, os amo de todo corazón y por encima de todas las cosas, porque sois infinitamente bueno e infinitamente amable, y amo a mi prójimo como a mi mismo por amor a Vos.

Demos gracias a Dios por los beneficios que nos ha hecho y ofrezcámonos a Él.

Dios mio, os agradezco humildemente todos los beneficios que hasta ahora me habéis hecho. Por efecto de vuestra bondad he llegado a este nuevo día, y quiero emplearlo únicamente en serviros. Os consagro todos los pensamientos, palabras, obras, penas y alegrías de este día. Bendecidlo todo, Señor, para que nada haya que no esté animado de vuestro amor y que no tienda a vuestra mayor gloria.

Tomemos la firme resolución de evitar el pecado y practicar la virtud.

Adorable Jesús, divino modelo de la perfección a la que debemos aspirar, me aplicaré cuanto pueda a hacerme semejante a Vos: dulce, humilde, obediente, casto, celoso, paciente, caritativo y resignado como Vos, me esforzaré particularmente en no recaer en las faltas que cometo tan a menudo y de las que deseo sinceramente corregirme.

Pidamos a Dios las gracias que nos son necesarias.

Dios mio, Vos conocéis mi flaqueza, nada puedo sin el auxilio de vuestra gracia. No me la neguéis oh Dios mio, concedédmela en proporción de mis necesidades, dadme fuerzas suficientes para evitar todo el mal que prohibis, para practicar todo el bien que de mi esperáis, y para que yo sepa sufrir pacientemente todas las penas que os pluguiere enviarme.

Pater, Ave, Credo, Confiteor.

Invoquemos a la Santísima Virgen, a San José, a nuestro Ángel custodio y a nuestros Santos protectores.

¡Oh Señora mia! ¡Oh Madre mia! Yo me ofrezco del todo a Vos; y en prueba de mi filial afecto, os consagro en este dia mis ojos, mis oidos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra.

Oh San José, custodio y padre de virgenes, a cuya fiel guarda fueron encomendadas la misma inocencia. Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, Maria; por éstas dos queridisimas prendas, Jesús y María, os suplico y ruego me concedais la gracia de que, preservándome de toda inmundicia, sirva siempre con puro corazón, casto cuerpo y mente sin mancilla, a Jesús y a Maria.

Ángel de Dios, que eres mi custodio: pues a Ti me encomendó la soberana piedad, iluminame, protegeme, dirigeme y gobiername. Amen.

Gloriosos Santos cuyos nombres tengo el honor de llevar, protegedme, rogad por mi, para que pueda servir a Dios como vosotros sobre la tierra, y glorificarle eternamente con vosotros en el cielo, Amén.


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EL "ACORDAOS" A SAN JOSÉ

Acordaos, oh castísimo Esposo de la Virgen María y amable protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno haya invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio sin haber sido consolado. Lleno, pues, de confianza en vuestro poder, vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos con todo fervor. ¡Ah! no desécheis mis súplicas, oh Padre putativo del Redentor, antes bien acogedlas propicio, y dignaos acceder a ellas piadosamente.


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TREINTENA A SAN JOSÉ PARA ALCANZAR CUALQUIER GRACIA

(Se debe rezar treinta días seguidos sin interrupción)

¡Oh amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de mi pequeñez, dolor y ansiedad, os contemplo con emoción y alegria de mi alma en vuestro solio del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de tu santa Esposa.
Por eso yo, pobre, desvalido, triste y necesitado, a Vos dirijo hoy y siempre mis lágrimas y penas, mis ruegos y clamores del alma, mis arrepentimientos y mis esperanzas; y hoy especialmente os traigo ante vuestro altar y vuestra imagen una pena que consoléis, un mal que remediéis, una desgracia que impidáis, una necesidad que socorráis, una gracia que obtengáis para mí y para mis seres queridos.
Y para conmoveros y obligaros a oirme y conseguirmelo, os lo pediré y demandaré durante treinta días continuos en reverencia a los treinta años que vivisteis en la tierra con Jesús y María, y os lo pediré, urgente y confiadamente, invocando todos los títulos que tenéis para compadeceros de mí y todos los motivos que tengo para esperar que no dilataréis el oír mi petición y remediar mi necesidad; siendo tan cierta mi fe en vuestra bondad y poder, que al sentirla os sentiréis también obligado a obtener y darme más aún de lo que os pido, y deseo.


Al llegar a este momento, levantando el corazón hacia lo alto, le pediremos al Glorioso San José, con amorosa insistencia, la gracia que deseamos alcanzar.


  1. Os lo pido por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Dios de Dios, Dios Hombre, Dios del Hombre, Dios con el Hombre.

  2. Os lo suplico por vuestra ansiedad de sentiros obligado a abandonar a vuestra santa Esposa, dejándola sola, y yendo solo sin ella.

  3. Os lo ruego por vuestra resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.

  4. Os lo imploro por la dolorosísima y humillante circuncisión de vuestro Jesús, y por el santo y dulcisimo nombre que le impusisteis por orden del Eterno para consuelo, amor y esperanza nuestra.

  5. Os lo demando por vuestro sobresalto al oír del Angel la muerte decretada contra vuestro Hijo Dios, por vuestra obedentísima huida a Egipto, por las penalidades y peligros del camino, por la pobreza del destierro, y por vuestras ansiedades al volver de Egipto a Nazaret.

  6. Os lo pido por vuestra aflicción dolorosa de tres días al perder a vuestro Hijo, y por vuestra consolación suavísima a encontrarle en el templo; por vuestra felicidad inefable de los treinta años que vivisteis en Nazaret con Jesús y María sujetos a vuestra autoridad y providencia.

  7. Os lo ruego y espero por el heroico sacrificio, con que ofrecisteis la víctima de vuestro Jesús al Dios Eterno para la cruz y para la muerte por nuestros pecados y nuestra redención.

  8. Os lo demando por la dolorosa previsión, que os hacía todos los días contemplar aquellas manos infantiles, taladradas un día en la Cruz por agudos clavos; aquella cabeza que se reclinaba dulcisimamente sobre vuestro pecho, coronada de espinas; aquel cuerpo divino que estrechabais contra vuestro corazón, ensangrentado y extendido sobre los brazos de la Cruz; aquel último momento en que le veíais expirar y morir por mí, por mí alma, por mis pecados.

  9. Os lo pido por vuestro dulcísimo tránsito de ésta vida en los brazos de Jesús y María y vuestra entrada en el Limbo de los Justos en el cielo, donde tenéis vuestro trono de poder.

  10. Os lo suplico por vuestro gozo y vuestra gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de vuestro Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos.

  11. Os lo demando por vuestra dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro à vuestra santísima Esposa, resucitada, y ser subida a los cielos por ángeles, y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al vuestro como Madre, Señora y Reina de los ángeles y hombres.

  12. Os lo pido y ruego y espero confiadamente por vuestros trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por vuestros triunfos y gloriosa y feliz bienaventuranza en el Cielo con vuestro Hijo Jesús y vuestra esposa Santa María.

¡Oh mi buen San José! Yo, inspirado en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos y en el sentido universal del pueblo cristiano, siento en mí una fuerza misteriosa, que me alienta y obliga a pediros y suplicaros y esperar me obtengáis de Dios, la grande y extraordinaria gracia que voy a poner ante éste tu altar e imagen y ante tu trono de bondad y poder en el Cielo: la espero, Santo Patriarca.

Al culminar la treintena cada día se rezan un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.


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EL ANGELUS

Se reza de rodillas, excepto desde la tarde del sábado hasta la noche del domingo. En Tiempo Pascual, se reemplaza por el Regína Cæli.

Esp.
V. EL Ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.

Dios te salve, María...

V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María...

V. Y el Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.

Dios te salve, María...

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos. Te rogamos, Señor, infundas tu gracia en nuestras almas, para que quienes hemos conocido la Encarnación de tu Hijo anunciada por el Ángel, por los méritos de su pasión y su cruz, lleguemos a la gloria de la resurrección. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.
R. Amén.


Lat.
Ángelus Dómini nuntiávit Mariæ.
R. Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave María...

V. Ecce ancilla Dómini.
R. Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave María...

V. Et Verbum caro factum est.
R. Et habitávit in nobis.

Ave María...

V. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
R. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.

Oremus. Grátiam tuam, quæsumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Angelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognovimus, per passiónem ejus et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
R. Amen.


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LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Escritas por el S. E. el Cardenal Rafael Merry del Val, que acostumbraba rezarlas diariamente después de celebrar la Santa Misa.

Oh Jesús, manso y humilde de corazón, Óyeme.
Del deseo de ser reconocido, Librame, Jesús.
Del deseo de ser estimado, Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser amado, Librame, Jesús.
Del deseo de ser ensalzado, Librame, Jesús.
Del deseo de ser alabado, Librame, Jesús.
Del deseo de ser preferido, Librame, Jesús.
Del deseo de ser consultado, Librame, Jesús.
Del deseo de ser aprobado, Librame, Jesús.
Del temor de ser humillado, Librame, Jesús.
Del temor de ser despreciado, Librame, Jesús.
Del temor de ser rechazado, Librame, Jesús.
Del temor de ser calumniado, Librame, Jesús.
Del temor de ser olvidado, Líbrame, Jesús.
Del temor de ser ridiculizado, Líbrame, Jesús.
Del temor de ser infamado, Líbrame, Jesús.
Del temor de ser sospechado, Líbrame, Jesús.
Que los demás sean más amados que yo, Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los demás sean más estimados que yo, Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los demás puedan elevarse en la opinión del mundo, y que yo pueda ser disminuido, Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los demás puedan ser escogidos y yo dejado de lado, Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los demás puedan ser alabados y yo despreciado, Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los demás puedan ser preferidos a mí en todas las cosas, Jesús, dame la gracia de desearlo.
Que los demás puedan ser más santos que yo, mientras yo sea tan santo como me sea posible, Jesús, dame la gracia de desearlo.

V. Jesús, manso y humilde de corazón.
R. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

Oración. Señor Jesús, que siendo Dios te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio, concédenos la gracia de imitar tu ejemplo, para que, humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de Ti en el cielo. Amén.


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ACTO DE REPARACIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago de los ingratos más que olvido, negligencia y menosprecio!, vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la indigna frialdad de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad, de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos ante todo obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros pecados sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía o, conculcando las promesas del bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra Vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del Amor, y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por Vos fundada.

¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, Os ofrecemos la satisfacción que Vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo, de todo corazón, que en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.


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LITURGIA DE LAS HORAS


Número y cualidad de las horas canónicas

Maitines: antes del amanecer.

Laudes: al amanecer.

Prima: primera hora después del amanecer, sobre las 6:00 horas de la mañana.

Tercia: tercera hora después de amanecer, sobre las 9:00 horas.

Sexta: mediodía, a las 12:00 horas después del Ángelus en tiempo ordinario o el Regina Coeli en Pascua.

Nona: sobre las 15:00, Hora de la Misericordia.

Vísperas: tras la puesta del sol, habitualmente sobre las 18:00 después del Ángelus en tiempo ordinario o el Regina Coeli en pascua.

Completas: antes del descanso nocturno, a las 21:00.